Por Mario Quevedo
Hace ya muchos años que, al otro lado del charco, Aldo Leopold escribió acerca de un fuego verde. Aquel que percibió en los ojos de la loba que acababa de acribillar, justo antes de que el bicho dejara este mundo. ¿Por qué le disparó? Explica Leopold que por nada especial; que en aquellos días no se planteaban la noción de no tirarle a un lobo que pasara por delante. Pensaban, sigue Leopold, que menos lobos significaba más ciervos, que ningún lobo implicaría el paraíso de un cazador.
Cuenta Leopold que aquel "fuego verde" le sugirió que quizás la montaña no estaría de acuerdo con ese punto de vista. Más tarde elaboró el concepto con palabras demasiado bellas para que yo me atreva a intentar una traducción.
Desde entonces la ciencia ha sustituido el buen sentido naturalista de Leopold por hechos, por números (e.g. Ripple y Beschta 2005). No llegan esos hechos al Paraiso Natural. Seguimos sumidos en la sinrazón, en el reino de los escopeteros. Esta semana han caído no uno sino cinco lobos en el centro de Asturias. Como otros muchos desatinos, las batidas se pagan con dinero público.
Yo ya no espero que estos tipos aprendan a leer; menos todavía espero que adquieran una sensibilidad por el mundo natural que dicen gestionar.
Si espero en cambio que empiecen a pagar por lo que están haciendo. Cuanto antes.
Salud y fieras
Referencias:
Ripple W J & Beschta R L. 2005. Linking Wolves and Plants: Aldo Leopold on Trophic Cascades. Bioscience, 55, 613-621.
PD: para los que si leeis, pura belleza naturalista:
Leopold A. 1949. A Sand County almanac, and sketches from here and there. Oxford University Press, New York.
Existe una traducción al castellano (Una Ética de la Tierra)
Gracias.
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