2012-10-17

Criterios técnicos y controles de lobos

Por Alberto Fernández Gil y Mario Quevedo

Esta entrada pretende aportar algunas ideas a la presente discusión sobre controles de lobos. Discusión en la que a veces se mencionan criterios técnicos que justifiquen esos controles. Bueno, quizá sea más correcto escribir polémica; discusión es otra cosa.

Posiblemente el primer paso debiera ser distinguir entre controles de población y controles de ejemplares. Son cosas distintas, confundidas a menudo. Es verdad no obstante que otras veces, como en el caso reciente de la declaración de intenciones de Asturias, no hay duda posible: se aprueba un plan anual de control de población de lobos, más allá de toda ambigüedad semántica.

Los controles de población - como los que se pretenden llevar a cabo en Asturias con los lobos, o los que se repiten desde hace años con los cormoranes grandes - difícilmente pueden justificarse con criterios técnicos. ¿Por qué?

En el caso de los lobos, para la mayoría de individuos de la especie ese tipo de controles serían preventivos: se matan ejemplares desconocidos, que no tienen por qué haber causado daños o molestias. De hecho, se matan incluso cachorros, que no han tenido ni tiempo de elegir presa. Estos últimos son victimas frecuentes, entre otras cosas porque durante el verano permanecen en los lugares de reunión donde son atendidos y alimentados por los adultos. Dado que no han causado daños, esos individuos mueren por pertenecer a una especie culturalmente molesta. Es xenofobia ambiental, similar a la del zapatazo sobre la araña peluda de la pared, de la cual no conocemos especie, sexo, o profesión. Aunque es posible que sepamos que también come bichos.

Los controles de población sólo estarían justificados en casos excepcionales. Por ejemplo, poblaciones superabundantes, que comprometan la seguridad de muchas personas - aunque a esos casos se llega generalmente por desequilibrios antrópicos, y sin arreglar los desequilibrios los controles de población son inútiles. O especies introducidas, cuyo impacto sobre otras especies nativas dependa esencialmente del número. Ejemplo típico, las ratas en islas oceánicas; menos típico y bastante más relevante a escala local, los visones americanos y su impacto sobre las aves marinas en la costa Cantábrica. Desde luego no es el caso del lobo ibérico.

Ni siquiera la estima más optimista del tamaño de la población lobera resiste un análisis técnico, comparado con las especies que habitualmente aparecen en los listados de protección. Más aún, considérese el concepto de población mínima viable, sin duda conocido de sobra por cualquier gestor de fauna que merezca ese nombre. O el de población efectiva. No, controlar la población de lobos ibéricos no tiene justificación técnica.

Añadir el término "tecnico" nos parece más bien disfrazar populismo -si acaso- de tecnocracia. En el caso concreto de los lobos en Asturias, resulta cuando menos inquietante que una población de ~1 millón de asturianos bípedos -eso si, de cráneo hipertrófico- pretenda justificar controles de población de otra especie nativa que no pasa de pocos cientos en el mismo territorio.

Otra cosa son los controles de ejemplares, de individuos determinados. En el caso de los lobos, estos controles se pueden justificar técnicamente si determinados individuos producen daños graves, en base a criterios establecidos previamente. Y se pueden justificar si se han tomado medidas de prevención ajustadas a la presencia en el territorio de un predador como el lobo. Conviene además considerar a quién y dónde afectan los daños: si afectan a profesionales de la ganadería, si el ganado está en terrenos públicos, en espacios protegidos, si se han recibido subvenciones públicas, si los profesionales afectados muestran un compromiso con esos fondos públicos, si protegen su ganado de acuerdo a los criterios técnicos establecidos. O si han sufrido algún daño, o por el contrario han presentado 65 reclamaciones en un año, en cuyo caso habría que cuestionar si el afectado se dedica a la ganadería o a la dañadería. Nótese que esos criterios técnicos son comparables a los que el resto de ciudadanos hemos de cumplir para acceder a uno u otro servicio público: asistencia sanitaria, prestación por desempleo, etc.

En ese caso sí se podría hablar de criterios técnicos: técnica para identificar al ejemplar, técnica o protocolo para contrastar el caso del afectado con los criterios vigentes, técnica para en su caso aplicar esos criterios y determinar si hay que eliminar al que comete la ofensa, sea lobo u otra especie.

Así y todo, hay más ruido en esto de los lobos. Por ejemplo, más allá de la disyuntiva presentada en esta entrada, o mejor dicho, mucho, mucho más abajo, quedan los intentos de justificar controles de población de lobo "porque provocan desequilibrios ambientales en espacios protegidos". Semejante disparate no merecería siquiera consideración, de no ser para pedir responsabilidades por incompetencia manifiesta a los cargos públicos que lo hayan proferido. Para otra ocasión.

Los lobos son super-predadores. Son parte de esa megafauna que en otras partes del mundo, tras haberla hecho desaparecer en tiempos de menos medios, menos letras y menos ciencia, se intenta recuperar. Requieren por tanto gestores y compromisos a la altura, capaces de dejar el veneno, los cepos y los tiros para las fotos en blanco y negro. Requieren responsables públicos capaces de aportar ideas, soluciones. Seguro que hay personas implicadas en política capaces de estar a la altura. Hoy mismo leíamos en prensa una aproximación en ese sentido: César B Arias en La Nueva España.   

2012-10-13

Biodiversidad molesta

Por Mario Quevedo
 
Desde el punto de vista de la Biología, de la ciencia, es muy fácil percibir que la gestión medioambiental asturiana es una infamia. Por tanto no le dedicaré mucho espacio a la ciencia en esta entrada.

Los interesados en hechos lo tienen chupao, en estos tiempos fantásticos de Internet y bases de datos públicas; no tienen más que ir a Google Académico (por ejemplo) y buscar algunos términos como "especies clave / keystone species", "role of predators in ecosystems"; o directamente consultar trabajos de tipos como James A. Estes o John Terborgh, publicados por ejemplo en Science*.

Si, Science, no en revistas sectarias, jipis, de especialistas baratos, sino en aquellas que uno mira cuando publican algo sobre salud humana, el genoma, o el agua en Marte. De esas que salen en La Nueva España con titular tipo "investigador cuñado de una asturiana publica estudio en Nature", con entradilla tipo "recuerdo muy bien la playa de Porcía cuando cortejabamos" dijo el investigador.

Eso si, asumid que el lenguaje de la ciencia, y del rock'n'roll, es el inglés. No así el de la milonga.

O, a la inversa, si uno tiene interés en desacreditar al que suscribe, puede buscar en la literatura científica algo sobre trivialidad de grandes predadores en los ecosistemas. Buena suerte. Sobre redundancia ecológica de lobos o linces. O puede buscar en los criterios de la UICN qué es una población vulnerable, o amenazada. O en los catálogos nacionales... Buena suerte (es un decir).

Pero la gestión del medio natural por parte del Gobierno de Asturias, presidido por Javier Fernández (PSOE) y ejecutada aparentemente por la Dirección General de Fina Álvarez Murias y colaboradores, no va de ciencia. Nada tiene que ver con eso.

La gestión del lobo de esta administración es exclusivamente política. De política barata. Es una gestión enmarcada en eso que se últimamente se vienen llamando "valores". Enmarcada por la ausencia de los mismos, se entiende.

Pero antes de seguir, una aclaración: qué nadie se agarre a la descalificación fácil tipo "es que tu estás encontra del PSOE". El que suscribe, sin militar en ningún sitio, nunca ha simpatizado con la derecha ideológica. Y no creo que eso cambie antes de que la entropía me adelante por la derecha, no; si salgo huyendo, saldré a la izquierda.
 
La gestión del lobo en Asturias es política de la peor especie, ausencia de valores.

Política de la peor especie porque no consiste en tomar una decisión de gobierno apoyada en una ideología clara, disponible para los electores, sino para acorralar un puñado potencial de municipios rurales para las próximas elecciones. Si, si, ya se que ganaron hace nada, pero la campaña nunca termina, nunca parece empezar el gobierno. No en medio ambiente. Y no es que me parezca mal que un político quiera que le voten, que yo también voy a votar; lo que me parece mal es que disfrace su campaña electoral de decisión técnica, de "Comité Consultivo", de razones económicas.

Y digo que no se apoya en ideología clara porque eso implicaría haberles oído en campaña algo tipo "la gestión de la fauna no la haremos en base a datos o estatus de conservación". Si, si, los lobos son también fauna. Biodiversidad. Nativos. De aquí.

Si por el contrario el Presidente asturiano dijera "matamos lobos porque nos lo pide tal o cual alcalde, y los votos rurales son muy importantes dada la configuración electoral poli-circunscripción astur", yo seguiría queriendo emigrar, queriendo olvidar el ambiente tóxico en el que vivo y trabajo. Preguntándome como la izquierda declina conservar el medio natural de la misma manera que la derecha. Pero tendría que reconocer honestidad.

Pero no, optan por la falacia, por la chapuza. Por la ausencia de valores. Creo, aunque aquí no me apoyo más que en mi percepción, que pueden hacer esto porque a buena parte del público esto de la conservación les importa un carajo. Ni se enteran.

Y también porque puede haber incluso algún conservacionista que, en la privacidad de su camarote o en la oscuridad de su página web, declare "matar lobos es un mal menor que hay que aguantar para el fin último de preservar la natura", o "matar lobos salva aves carroñeras", o "lo mío es el cambio global, esto de los lobos son chorradas locales".

OK. ¿Y quién dice entonces cuál será la siguiente especie molesta? ¿Cuál será la próxima especie ibérica cuya gestión sera determinada por algún sector de presión productivo, no por su estatus de conservación?

Partiendo de la base de que los lobos molestan a la producción de lácteos, voy a apuntar algún candidato:

- el oso pardo, molesto para la producción de miel. Y para la minería a cielo abierto del occidente.
- el urogallo, molesto para la industria  maderera, y la minería a cielo abierto.
- el águila real, top-predator donde los haya, capaz de agriar la leche de cabra de cualquier queso.
- el águila imperial, esa amiga de la caza menor en las grandes fincas del centro-sur.
- el lince ibérico, benefactor de las infraestructuras viarias.

Y seguro que los chicos de la flora pueden nombrar un puñao también.


Alguien, raudo, diría: hombre, que es que de esas especies hay muchísimos menos ejemplares.

¿Seguro? Contadlos, si podéis. Buena suerte.
 
Contad las poblaciones efectivas, i.e., el número de individuos que contribuyen a la diversidad genética, al potencial adaptativo de la población. Claro que para eso hay que tener interés en Biología de la Conservación, en ciencia. Y no era esa la idea de esta entrada.

*siempre estoy dispuesto a facilitar esos u otros a quién esté interesado y no tenga acceso. A la ciencia en abierto le falta todavía una cocción.

2012-10-08

Matar al lobo, matar el lobo

Por Mario Quevedo
 
Esta historia empieza una tarde-noche de octubre, en la que un biólogo acepta la premisa de que, por daños al ganado, hay que matar lobos.

Le cuesta, porque al fin y al cabo lleva un par de años estudiando los movimientos del bicho. Si, M12 es un macho subordinado de uno de los 5 grupos controlados por el proyecto de investigación, pionero en la Europa suroccidental, llevado a cabo en estrecha colaboración con las autoridades medioambientales.

Pero M12 se ha metido en problemas.

No es 100% seguro que él sea responsable de los recientes daños al ganado, denunciados fuera del Parque Nacional donde, según los datos del emisor GPS, pasa la mayor parte del tiempo. Para estar seguros habría que haberle visto en acción, o bien haber sido capaces de identificarle geneticamente a partir de muestras tomadas en la victima, un potro. Esto quizás ocurra, pero les lleva tiempo a los chicos del laboratorio, y ya se sabe que la Biología de la Conservación es "una disciplina de crisis". Como la cirugía a la medicina, sí, que decía Soulé

No es seguro, pero el emisor GPS dice que M12 estaba por allí, en mal momento. Y la guardería ha confirmado que efectivamente ha sido un lobo el que mató al potro. De acuerdo con el protocolo de acción, redactado hace años y por el que se guían administraciones y científicos, si un lobo identificado causa daños fuera del parque nacional más de una vez, ha de caer. Tomaron como ejemplo en este caso la gestión del lobo en alguno de los grandes PPNN de Norteamérica. Y un protocolo está para cumplirlo, que para eso existen los acuerdos, órganos de gobierno y comités consultivos en democracia.

Claro que ahora falta salir al monte con el rifle, a quién le toque, y encontrar a M12. Y acertarle. A él, no a otro. Esa es otra. Pero el emisor ayuda, así como los crotales.

Otro gallo cantaría si no hubiese cierta evidencia de qué lobo fue el responsable. ¿Por? Pues porque a pesar de la formulación típica de batallitas "fue el lobo, que bajó del monte", la realidad es que cuando un lobo baja de un monte, baja ese lobo, no cualquiera. Baja  M12, no toda la estirpe lobuna de la faz de la Tierra. Y si sube, lo mismo. Y cuando un oso entra en un cortín en Degaña, o tumba un contenedor en Brasov, no lo hace "el oso", sino "un oso".

Es una simplificación cómoda a veces asumir que en las poblaciones de animales todos los individuos son iguales. Por esa regla de tres, yo soy igual que... prefiero no pensarlo. Y no me hace falta el mal trago, porque no tiene ni pies ni cabeza, y hay kilos de literatura científica al respecto (e.g., Bolnick et al 2003). Más aún en vertebrados superiores, inteligentes y con estructuras sociales complejas, como los lobos.

No, en ese caso ni el biólogo encargado del seguimiento, ni la responsable científica del proyecto, aceptarían la premisa. Sin entrar en los conflictos éticos que les supondría, saben que sin saber qué individuo "hizo el estropicio", los intentos de control son sólo cosméticos, y ya se sabe que la cosmética va por gustos. Saben además que si matas un lobo al azar, tienes muchas posibilidades de matar al que no atacó al ganado. Tienes posibilidades de matar a un lobo dominante, macho o hembra alfa, los que más cazan, que nunca haya elegido ganado como presa. Tienes por tanto posibilidades de debilitar un grupo que se dedicaba a las presas naturales, poniendo en apuros a los subordinados.

Y mientras además M12, posiblemente el que "se pasó de frenada" sigue sin ser consciente de que no, que eso no se vale. E igual la prepara otra vez.Y vuelta la burra al trigo.

Espera; ¿cómo?
¿Que el daño ocurrió dentro de un Parque Nacional?
¿Que no hay protocolo de actuación?
¿Que no saben qué lobo fue, ni de cerca, porque no hay tal proyecto ni tal colaboración?
¿Que van por tanto a matar al primero que pase?
¿Que es sólo para conseguir un puñado cutre de votos, que ni siquiera así se garantizan?

No hay premisa que valga. Espero que acaben despedidos, por corruptos e incompetentes. Ya, es que estoy hoy de historias fantásticas.Será por esto.

2012-09-27

Encuentran una nueva especie de homínido en España

Por Mario Quevedo

O esa es la hipótesis de trabajo presentada en una intervención en el Parlamento Asturiano (minuto 25:15 del vídeo).

Sin necesidad de ponerse muy técnicos con el concepto de especie, que hay mucha información al respecto en Internet, y resumiendo, para hablar de especies distintas necesitaríamos 1) una dosis sustancial de diferenciación entre individuos tipo A e individuos tipo B, y 2) aislamiento reproductivo.

Lo de las diferencias entre individuos ya se sabe, somos todos iguales, o viva la diferencia según para que cosa.
En cuanto al aislamiento reproductor, funciona más o menos así: si tu posibilidad de tener hijos, viviendo en el noroeste peninsular, se reduce a machos o hembras de Tasmania, y además tienes fobia a los aviones, digamos que cumples con el aislamiento ese. En cambio, si esa pareja potencial está a una distancia razonable de tu potencial biofísico (a.k.a. Vehículo de San Fernando) y, así y todo, te sientes reproductivamente aislado, tendríamos que contemplar dos posibles escenarios:
  • aislamiento reproductor prezigótico: se que muchos hemos pensado que teníamos ese problema en algún momento - antes de intentar reproducirte, la cosa no tira. Ya sea por incapacidad de comunicación, por diferencia notable de uso de hábitat y comportamiento (sales de noche, salen de día), o directamente porque las genitalias no encajan.
  • aislamiento reproductor postzigótico: se cumple con la parte mentalmente más activa de la reproducción, el cortejo y la cópula, pero o el producto de las células reproductoras masculina y femenina no prospera, o si prospera no es capaz de tener a su vez descendencia fértil. Aquí nace el concepto que me quiten lo  bailao.
No se exactamente a que tipo de aislamiento reproductor se refería hoy el protagonista de la intervención en el Parlamento Asturiano, pero lo dijo bien claro: las gentes del medio rural son de otra especie. Además todos, mujeres y hombres, precisión correcta porque si sólo quedara uno de los sexos, la especie estaría virtualmente extinta. Imagino no obstante que mañana o pasado le llegará una protesta de Science o Nature -  ya sabéis, donde se publica todo lo realmente nuevo en ciencia - por saltarse el embargo de semejante primicia y anunciarla en sede parlamentaria antes de que la revista la publique.

Si se confirma, si no es sólo un golpe de ripio propio de cole creacionista, si no es una irresponsabilidad en tiempos de extinción rampante y gente pagando con su vida, será la bomba.Ya veo la marea de turistas de todo el mundo, atraídos por el nuevo fenómeno naturalista. Y un Plan de Recuperación aprobado rápidamente. Incluso quizás un Centro de Reproducción En Cautividad (cría ex situ - fuera del sitiu). Inversión.

Si no se confirma, espero que los que gestionan educación y sanidad estén mejor preparados.

2012-09-25

No va a ser todo paz en el valle...

Por Mario Quevedo


... siendo la "paz en el valle" la ausencia de debate en Biología de la Conservación.

Entradas atrás titulaba una Más osadía en conservación, haciendo eco de un artículo publicado en Conservation Biology (Noss et al. 2012; doi: 10.1111/j.1523-1739.2011.01738.x). Una editorial, en realidad, que me había gustado especialmente por la claridad del mensaje, encabezada por Reed F. Noss, investigador bien conocido entre otras cosas por su habitual discusión acerca de principios éticos en conservación.

Pues hay una replica a esa editorial, que se publicará en el número de octubre de Conservation Biology, y que ya está disponible en Internet (Wilhere et al. 2012; doi: 10.1111/j.1523-1739.2012.01900.x). Igual que conté la que me gustaba más, cuento la que no tanto. Bueno, igual igual, no.

Dicen los autores que comparten la mayoría de lo que proponen Noss et al.. Verás, verás; esa frase inicial suele anunciar que te van a dar un repaso. Veamos como siguen (mi traducción libre en azul):

We are troubled, however, by Noss et al.’s misleading conflation of value-based judgments and scientific judgments. Specifically, we find fault with the main arguments that Noss et al. offer to support their target of protecting at least 50% of a region to meet goals for conserving biological diversity. They say this target is based on “best available science. . .the research and expert opinion of scientists. . .scientific studies and reviews” and “a strict scientific point of view.” These statements are deceptive because all conservation targets are ultimately based on
normative value judgments (Svancara et al. 2005; Wilhere 2008).
Nos preocupa la fusión engañosa de juicios de valor y científicos. Encontramos especialmente equivocados los principales argumentos que Noss et al. ofrecen para apoyar su objetivo de proteger al menos el 50% de una región, a fin de conservar la diversidad biológica. Dicen que ese objetivo (del 50%) se basa en la mejor "ciencia disponible, opiniones expertas, ...estudios y revisiones científicas",  y un "punto de vista estrictamente científico". Estas afirmaciones son engañosas, ya que todos los objetivos de conservación se basan en última instancia en
juicios de valor (Svancara et al 2005; Wilhere. 2008).
Toma. Pero la mayor parte nos gusta eh, eso de que hay que conservar y todo. Estos chicos no cogen prisioneros, no pierden el tiempo; como en mi opinión debe ser, teniendo en cuenta el contexto: intercambio de ideas, sin complejos pero sin insultos, sin amenazas.

Eso no quiere decir que lo comparta del todo. La última frase, "todos los objetivos de conservación se basan en juicios de valor", es a mi juicio semánticamente correcta, pero exagerada. Casi una reducción al absurdo. Me explico: si aceptamos esa premisa, no se hacen esfuerzos de conservación porque queden, es un decir, 200 linces ibéricos, y ese número de individuos presente per se un riesgo de extinción sin necesidad de más problemas (e.g., Palomares et al 2012, doi: doi: 10.1111/j.1523-1739.2012.01870.x); no se gasta en investigación y gestión porque un cancer facial esté devastando las poblaciones de demonios de Tasmania (si, Taz). No, se hacen esfuerzos porque según juicios de valor nos parece oportuno (exagero también adrede para ilustrar la idea).

Y lo que es peor, según también mi juicio de valor, esa afirmación lleva implícito un antropocentrismo serio.

Continua el comentario -esa es la modalidad editorial elegida- de Wilhere et al., muy crítico:
Conservation assessments, such as those cited in Noss et al., use empirical data and usually employ site-selection algorithms, population viability analysis, or both. They produce evidence-based, scientific results for particular conservation goals or objectives, such as the level of representation for each species or an acceptable level of extinction risk, which are personal value-based judgments.
Este párrafo viene a decir, por no traducir todo, que las evaluaciones de Noss et al. usan técnicas científicas, pero aplicadas a objetivos de conservación basados en juicios personales y valores. Se me viene a la cabeza aquel clásico de Donna Summer, I need some hot stuff baby this evenin' I need some hot stuff baby tonight.

Para terminar, aunque hay más, destaco otra frase:
Value-laden beliefs are at odds with the conventional role of scientists in the policy arena: to provide policy makers with data, objective analyses, and unbiased interpretations of both.
Creencias cargadas de valores no encajan con el papel convencional de los científicos en el ámbito de gestión: proporcionar a los responsables datos y análisis, e interpretaciones objetivas de los mismos.
Yo diría que las interpretaciones están por definición influidas por los valores. Las de Noss et al, y las de sus críticos Wilhere et al, que sin embargo sitúan el debate en el clásico investiga pero no opines, no sea que duden de tus investigaciones. La alternativa sería ya que eres un profesional, opina con rigor (creo que más extendida hoy en día, aunque da para mucho, e.g., Shrader-Frechette 1996, doi: 10.1046/j.1523-1739.1996.10030904-3.x).

Y añado de mi cosecha: los que no saben no se van a andar con muchos remilgos.

En cualquier caso, bien está el proceso: no me gustaba el comentario de Wilhere et al, pero me lo he leído y me ha obligado a pensar, y a articular las ideas. Quiero pensar que se un poco más que antes de haberlo leído.      

Al fin y al cabo, no cabría esperar uniformidad de opinión, pensamiento único, claros sin oscuros. Supongo que eso sólo llega cuando, como un ecosistema muy fragmentado, como el dodo, "nos relajamos hasta el equilibrio".

2012-09-23

¿Son naturales las actividades humanas?

Por Mario Quevedo


La verdad es que de momento no me voy a meter mucho en el jardín del título. Podría dar para un debate interesante; hay mucho escrito al respecto, y bien escrito. Pero en la gestión ambiental en España, de momento, no hay debate alguno. Sólo gritos. 

Uso el título porque forma parte a su vez de una editorial publicada en Conservation Biology en 1996. Ya llovió. Se titulaba (mi traducción en azul):
Benchmarks for Managing Ecosystems: Are Human Activities Natural?1
Referencias para el manejo de ecosistemas: ¿Son naturales las actividades humanas?  

Reproduzco y traduzco las primeras líneas de esa editorial:
"For conservation biologists one of the fundamental goals of managing ecosystems is to maintain or restore their natural structure and function (Noss and Cooperrider 1994). In ecological reserves we strive to attain this goal as completely as possible. Outside reserves we accept some compromise in reaching this goal"
"Para los biólogos de la conservación uno de los objetivos fundamentales en el manejo de ecosistemas es mantener o restaurar su estructura y funciones naturales (cita). En las reservas ecológicas intentamos alcanzar ese objetivo tanto como sea posible. Fuera de las reservas aceptamos algunos compromisos acerca de ese objetivo"
No se trata en el artículo de nada particularmente revolucionario, ni especialmente metafísico. Más bien al contrario, el autor busca limitar el ruido para mejorar la eficacia de gestión. Recomiendo la lectura del original; son sólo dos páginas, sin materia grasa ni eslóganes2.

En cualquier caso, al releer esas líneas me vino por desgracia a la cabeza un episodio más -posiblemente anecdótico pero lamentable- en la reciente gestión de espacios protegidos en el norte de España. Me refiero a una noticia en la prensa, titulada "Álvarez quiere consenso sobre la presencia del lobo en los Picos de Europa".

Una de las frases de la noticia, atribuida a la consejera de Agro-ganadería y Recursos Autóctonos del Gobierno de Asturias, María Jesús Álvarez, se lee: 
Álvarez cree que "el parque nacional es lo que es y el paisaje del parque nacional es lo que es por la acción del hombre y por el pastoreo, fundamentalmente"
La distancia entre la idea de conservación de la consejera y la expresada en la editorial de Conservation Biology se mide en años luz. Hasta ahí llego. Pero, como de costumbre, me empiezo a preguntar cosas:

¿Cómo ha caído tan bajo la gestión del medio ambiente en España?
¿Cómo es posible que en 2012 altos cargos de gestión ambiental permanezcan en la más completa oscuridad científica?¿Les habrán recortado el acceso a los libros y la banda ancha?

¿Qué pinta una consejera "creyendo" acerca del paisaje de un parque nacional?
Los paisajes son entidades tangibles, combinación de elementos bióticos y abióticos. No hay que creerlos, hay que estudiarlos, leerlos.

Creo que los de mi generación escuchamos muchas veces, e interiorizamos, que en España teníamos un retraso en ciencia debido a los años de dictadura. OK, chicos, ya llovió también. Ya hubo tiempo para recuperarse, como se recuperaron los precios.

No parece posible tampoco explicar el fenómeno por la ausencia de conocimiento a disposición de la sociedad. Sin necesidad de ir muy lejos, aunque teniendo Internet eso dejó de ser problema, hay universidades e institutos del CSIC donde trabajan profesionales que podrían explicar qué son los paisajes, ecológicos y geológicos, y cómo y cuando se forman.

Una explicación que oigo a menudo apunta al desinterés por el medio ambiente, y a un modo de gobernar, en permanente campaña, que roza la corrupción. Viendo como las administraciones, no sólo la asturiana eh, se saltan sus propias normas, algo hay. Pero me resisto a pensar que todo funcione así, que no hay arreglo. Meterse a representante público debe requerir también coraje y convicción, para aguantar el alto grado de exposición. Por eso sigo preguntando. ¿Quién carajo asesora a esta gente? ¿Quién manipula? ¿Quién sale ganando en este lodazal?

No obstante, dicen algunos que los gobiernos reflejan la sociedad. Aquí me pilla entonces el pesimismo. Me explico: una frase tan lamentable como la de arriba, u otras más recientes como lo de que los artos no dejan caminar al oso, no se le tolerarían a un responsable público que hablase por ejemplo sobre Sanidad. Imaginad algo como:
"creo que la gripe se contagia por unas esporas que vienen en los plátanos, fundamentalmente"
¿Cuanto duraría ese responsable? Saldrían el resto de formaciones con representación en la cámara de turno pidiendo, como mínimo, explicaciones. Pero no, no ocurrió. Como solo hablaba de un parque nacional de nada, da igual. Todo queda en la indignación de cuatro urbanitas en las redes sociales. Bueno, queda también en las hemerotecas.

Explíquese como se quiera, sería mejor una postura igualmente sesgada pero mucho más honesta, tipo: "mandamos nosotros y tomamos la decisión política de gestionar el PN de tal o cual manera". Lo cual lleva implícito eso de "y ustedes ciudadanos decidirán en las próximas elecciones si nuestra política les ha gustado o no".

Así me lo aprendí yo.

Ya está bien de retorcer la biología para que encaje en la política. Terminan haciendo el ridículo. Y termino con más preguntas: ¿Qué tal iría recuperar aquello de "a hombros de gigantes"?    
  
Notas y Referencias
1- Hunter Jr., M. 1996. Benchmarks for Managing Ecosystems: Are Human Activities Natural? Conservation Biology 10:695–697. DOI: 10.1046/j.1523-1739.1996.10030695.x
2- En líneas generales, los derechos reservados no me permiten colgar aquí los artículos. Pero puedo hacerlos llegar a quién no  tenga acceso. Además, no es raro encontrarlos en Google Académico.

2012-09-17

Biodiversidad: escala espacial

Por Mario Quevedo 

Termino con esta entrada la serie dedicada al resbaloso término biodiversidad (entradas previas: primera y segunda).

Decía anteriormente que para que biodiversidad sea útil, es necesario referirse a un contexto. Especialmente, hay que establecer una referencia temporal si queremos discutir sobre el significado o la causa de que en un territorio y momento dados haya más o menos biodiversidad.

Lo mismo cabría decir de la escala espacial. La diversidad de especies - insisto, la parte más prensil del concepto biodiversidad - puede y debe considerarse a distintos niveles jerárquicos. Utilizando un símil fotográfico, podemos empezar pensando en esa foto que tomamos con la cámara de un móvil.

¿Cuantas especies veríamos? ¿Más que en la foto de otro sitio, o menos?

Debemos seguir considerando qué pasa si descargamos una ortofoto a escala 1:25.000 que incluya ese mismo sitio de la foto del móvil, y los sitios adyacentes. ¿Encontramos más o menos especies que en otra ortofoto tomada a la misma escala?

Incluso podemos subir otro peldaño, y considerar una imagen tomada por alguno de los múltiples satélites disponibles, y que incluya las anteriores, más pequeñas. Digamos que miramos a escala topográfica 1:200.000 o 1:1.000.000. ¿Más especies que en otra imagen de satélite de otro lugar, o menos?

En todo caso, no será difícil acordar que no debemos comparar el número de especies obtenido en la imagen del satélite -si fuera posible estimarlas- con el obtenido con la cámara del móvil. Estaremos de acuerdo por tanto en que la escala espacial importa. A no ser claro que las tres imágenes se refieran a territorios tan homogéneos que desde el móvil podamos ya describir la riqueza de ambientes y organismos asociados a ese territorio. No se me ocurre ningún ejemplo.

En Ecología se enseña habitualmente que la diversidad de especies tiene tres componentes, relacionados con la escala espacial: diversidad α, β y γ.

Diversidad α es la que más habitualmente manejamos, al menos mentalmente: cuantas especies encuentro en un sitio determinado, idealmente contadas teniendo en cuenta un determinado esfuerzo de muestreo, y referidas a una unidad de superficie. Cuando oímos, por ejemplo, "las plantaciones de eucaliptos contienen menos especies que los bosques adyacentes", suena a diversidad α.

La diversidad β es un concepto menos habitual: mide la diferencia en la riqueza de especies entre distintos hábitats en un ecosistema, o entre distintos ecosistemas en una región. Siguiendo el ejemplo anterior, al mirar la ortofoto nos podríamos preguntar cual es la diferencia de especies entre esa mancha forestal y el prado adyacente. β es máxima si el bosque y el prado no comparten ninguna especie, mínima si están las mismas especies en ambos hábitats.

Para la diversidad γ usaríamos la imagen de satélite, y evaluaríamos la riqueza de especies de los distintos ecosistemas que aparecen en esa imagen, en la región de interés. Así, y sin ir muy lejos de mi casa, la diversidad gamma de las montañas cantábricas deberá incluir las especies de los bosques de hayas, de los bosques robles, de los matorrales de Erica, de los de Genista.

Y la de lagos, charcas y turberas. Y...       

Si seguís aquí, y pensáis que esto es un follón, estamos de acuerdo [1]. En definitiva, planteo dudas sobre el uso del término biodiversidad, especialmente como herramienta de evaluación del estado de conservación (en entradas anteriores contemplo alguna alternativa). Aunque intento basar lo que aquí escribo en conocimientos bien establecidos, no descarto que mis propias manías afecten al discurso.

Eso si, úsese biodiversidad como se quiera, no cabe defender su conservación pidiendo a la vez la erradicación de parte de los componentes de la misma; al menos no sin engañar al personal.

Que cada uno rellene los componentes con sus ejemplos preferidos.

Al contrario, esto de la biodiversidad va más en la línea de la convivencia. Por eso es complejo. Por eso está en crisis.

Notas y referencias
1- Una revisión reciente del término biodiversidad (en inglés), en el capítulo 2 de Conservation Biology for All, disponible en la web: Gaston KJ 2010. Biodiversity. In: Conservation Biology for All (eds. Sodhi, N & Ehrlich, PR). Oxford University Press.

2012-09-10

Biodiversidad. ¿Más o menos? II

Por Mario Quevedo
 
Continuación de la entrada anterior, en la que cuestionaba el uso excesivo -por descuidado- del término biodiversidad.

Y lo cuestiono porque sin precisar cuál es la referencia, no es útil [1].
  • No permite establecer ni perseguir objetivos cuantitativos.
  • No es consistente; depende del contexto.
En cualquier caso y dejando la semántica aparte, el número de especies en una determinada zona de la tierra, en un momento dado, depende de un notable puñado de factores bióticos y abióticos, de las relaciones de las especies con el medio físico y las interacciones entre ellas. Y la naturaleza concreta de esa dependencia es algo que biólogos de todo el mundo buscan resolver (bueno, mejor no esperéis aguantando la respiración).

Y eso si pensamos en un momento dado, en una foto fija.

Si dejamos que el tiempo entre como factor, el número de especies de un territorio fluctuará con las interacciones y los cambios ambientales. Y con las perturbaciones.
Incluyo un modelo de cambios en biodiversidad (así lo dicen en el original) asociados al desarrollo y cambios de uso del terreno [2]. Sirva para ilustrar la naturaleza dinámica del número de especies.
 
¿Quién es capaz de decir cuantas especies debe albergar, por ejemplo, un ecosistema terrestre? Si ese número cambia en función del ambiente, ¿cómo influirá el uso que el hombre hace de la naturaleza en pleno Antropoceno? No es fácil.

Y por esas dificultades me choca cuando alguien saca a pasear su opción particular de uso del paisaje, ofreciendo casi siempre mayor número de especies.

Bueno, no; siendo justos, suelen ofrecer más biodiversidad. Una vez más, mi imagen de búsqueda detecta preferentemente sentencias tipo "el ganado mantiene el paisaje abierto y la rica biodiversidad de los prados". Pero habrá otros muchos ejemplos, otras imágenes de búsqueda.

Y esa oferta de más especies no es un planteamiento exclusivo de determinados grupos de presión, buscando pseudociencia que les proporcione réditos. Ha penetrado también en el sector académico, especialmente el europeo, tan influido por los ambientes modificados y los paisajes culturales. Y por los propios grupos de presión.

Me permito una malicia momentánea. ¿Cómo de compatible es defender un manejo permanente para favorecer paisajes abiertos, biodiversos, y simultáneamente preocuparse por la deforestación galopante, los incendios, etc.?

Y hay más espinas en el camino de asimilar estado de conservación con biodiversidad o número de especies, sea como justificación de gestión, o como objetivo de conservación. Arriba intento ilustrar la complejidad de la dinámica temporal. ¿Y que pasa con el contexto espacial? ¿Quién dijo simple?


Notas y referencias
[1] Failing L and Gregory R. 2003. Ten common mistakes in designing biodiversity indicators for forest policy. Journal of Environmental Management 68, DOI: 10.1016/S0301-4797(03)00014-8
[2] Fig. 2.1 en: European Environmental Agency. 2006. Progress towards halting the loss of biodiversity by 2010 ( No. 5). 
[3] Mientras escribía estas líneas, entró por Twitter un texto de Corey Bradshaw con argumentos similares. Se ve que lo de la biodiversidad le rasca a más gente.

2012-09-09

Biodiversidad. ¿Más o menos?

Por Mario Quevedo

En esta entrada, motivada en parte por las conversaciones cibernéticas con Rubén Portas (Noroeste Ibérico), querría plantear una reflexión. Sobre todo entre aquellos más cercanos profesionalmente.

Reconozco que el término biodiversidad me provoca especiales picores; desde las primeras veces que lo oí. Sin entrar en demasiados detalles, es otro de esos términos manidos, desvirtuados y, sobre todo, utilizados más allá de lo recomendable. ¿Recomendable para qué? se preguntará el lector escéptico de estas líneas. Recomendable para servir al propósito de cualquier otra palabra: la comunicación de un significado, de una información.

Sin pretender ser exhaustivo, trazo el origen del término a los padres de la Biología de la Conservación [1], tres décadas atrás, y le atribuyo el mérito de popularizar determinados objetivos de la entonces incipiente disciplina.

Los inconvenientes del término surgen en mi opinión cuando los profesionales de la biología, en sentido amplio, nos olvidamos de que pretendía popularizar, no sustituir términos más precisos. Hay más de una definición de biodiversidad, y ninguna es particularmente precisa, cuantitativa [2]. Sugiero al lector que salga a Google o similar y lo compruebe, y después piense como mediría la biodiversidad del balcón de su casa, o de su espacio protegido favorito.

No, no es fácil. Me atrevo a aventurar que casi siempre el término se usa con el significado implícito de "número de especies" [3]. ¿Por qué sustituir entonces número de especies por el laxo biodiversidad?

¡Y dale, ya está el pesao con la semántica!

Pues si, porque de la semántica dependemos para una comunicación efectiva. Ésta es útil en todos los ámbitos: cuando le decimos al frutero lo que queremos, cuando escribimos en una propuesta lo que haremos con dineros públicos. No me quiero extender, pero también me atrevo a aventurar que la percepción de biodiversidad, a pesar de ser un término notablemente poco claro, sugiere "cuanta más mejor". Una búsqueda simple en la Web ayudará en este  sentido.

Así que ¿cuanto mayor número de especies mejor como objetivo de conservación? ¿Seguro? ¿Dónde? ¿Por qué?

Y como pretendo incitar a la reflexión, termino sin extenderme más con mis propias paranoias: si lo que queremos es asegurar aquello de cuanta más biodiversidad, mejor, ¿por qué nos preocupan tanto las especies alóctonas? ¿No contribuyen éstas a aumentar el número de especies?

Lo dejo ahí, de momento.


Notas y referencias
[1] Soulé ME, Wilcox BA. 1980. Conservation biology: an evolutionary-ecological perspective. Sinauer Associates – The Brown Book; Gaston KJ, Spicer JI. 2004. Biodiversity: an introduction. Wiley-Blackwell 
[2] Soy consciente de que me meto en problemas; no son pocos los colegas que se pueden sentir incómodos con lo dicho.
[3] es perfectamente posible que mi "imagen de búsqueda" detecte preferentemente este uso sesgado, sesgando por tanto mi percepción.

2012-09-07

Biología de la Conservación en Europa


La semana pasada tuvo lugar en Glasgow (Escocia) el 3er congreso de la Sección Europea de la SCB, siglas de la sociedad internacional de Biología de la Conservación. Allí estuvimos escuchando y presentado trabajos gente de la Universidad de Oviedo, junto con los amigos del Laboratorio de Herramientas Moleculares del Museo Argentino de Ciencias Naturales. Espero que el paso por el congreso suponga un empujón para “sacar” esas cosas que vamos haciendo con dinero público, especialmente las de los proyectos de los urogallos.

Y vuelvo del congreso con una mezcla de sensaciones: cosas buenas, y algunas cosas malas – las de siempre en el Viejo Continente.

Empiezo por las malas, para quitarlas de en medio. Desde que se creó la Sección Europea, me temía que en parte la intención fuera definir una Biología de la Conservación especial. Europea. Como el vals, como los croasanes. Y algo de eso se deslizaba de sesión en sesión, de simposio en simposio. La cantinela conservadora, que no conservacionista, de la “cultura única”, de los “valores tradicionales”. Visión antropocéntrica, propia del peso que la religión ha depositado encima del continente, supongo. El hombre centro de la creación, y todo eso. Supongo.

Recuerdo que una ponente repitió al menos cuatro veces en su charla lo “única” que era la herencia cultural escocesa ('unique cultural heritage'). No, no eran mayoría los escoceses. Ni muchísimo menos. Y sí, el resto de nacionales presentes, desde Etiopía a España pasando por nueva Zelanda, podrían hablar de su particular y única herencia cultural. Si lo hicieran, tendríamos una especie de festival internacional de la canción, pero nada de ciencia.

Incluso hubo tiempo para detalles obscenos, firmados por supuestos investigadores. Como aquella charla que sostuvo que, en Finlandia donde la población de lobos es 10 veces inferior a la española, “los conservacionistas debemos reconocer ('we have to acknowledge') la ansiedad ('distress') que la presencia de los animales provoca a los cazadores”. Y se llegó a esa conclusión, como no, entrevistándolos (a los de los rifles, no a los lobos). No decía si en el bar o directamente en acción. Eso si, distinguía la opinión de cazadoras y cazadores; progresista eh, nada que ver con sentimientos tipo redneck, eso sólo pasa en Idaho, y en Picos de Europa.

Al otro lado del espectro, simposio abarrotado sobre las posibilidades de recuperación de la naturaleza primigenia en los espacios protegidos de Europa, promovido por la gente de PAN Parks. Discusiones y trabajos sobre las posibilidades y dificultades de manejar las reservas en torno al concepto wilderness (renuncio a traducirlo). Agradable, si bien en mucho momentos muy poco científico. Al fin y al cabo, la ciencia está más clara, lo que se discute normalmente en Europa son valores y posturas éticas. Me pareció no obstante que el personal sonreía más. ¿O seríamos sólo los que llegábamos de Asturias? 

Y, en el medio, todo lo demás. Servicios de los Ecosistemas, Especies Amenazadas, Herramientas Moleculares, Conservación y Producción de Alimentos, Diseño de Reservas, etc.

Y algún momento brillante. Me quedo con un pequeño apunte de Ikka Hanski, padre de la teoría de metapoblaciones, en su charla plenaria: "esta idea presentará imagino muchos problemas de gestión, pero yo soy ecológo". Es decir, no es su tarea reconciliar ciencia con gestión, menos con política.

Para eso se les paga a otros. 

¿No estáis de acuerdo? Sugiero en ese caso que la próxima vez que, por la insoportable levedad de nuestra naturaleza orgánica y pluricelular, notéis algún fallo en vuestro cuerpo, le digáis al médico que consulte con el gerente del hospital antes de decidir como os lo arregla.

Salud, natura y profesionales.

2012-08-25

Eso no es Ecología

Por Mario Quevedo

Si, si, otra vez y las que haga falta, gente. Que está el patio confuso.

Ya sea por confusión o por interés, se le llama Ecología a cosas que no lo son. Más en estos días de desbarajuste ambiental español, en los que los gritos pasan por encima de las voces.

Uso una vez más, para dar contexto, la chuche-anecdota habitual en clase. Un día, al teléfono con mi padre (no, los conservacionistas no nacemos en las macetas urbanas), tuvo lugar la siguiente conversación:
"entonces, hijo, ¿de que vas a dar clase?"
"de ecología, padre"
"ah", abrió reflexivo, "vas entonces a contarnos por qué hay qué meter los envases en los contenedores amarillos".
Vete a por otra, nenín, pensé yo.

Y eso que el paisano estuvo años antes, al menos físicamente, en mi lectura de tesis; experiencia suficientemente dura como para que un progenitor pierda la esperanza de entender que fue de aquella promesa filial, y decida que efectivamente eres un caso perdido para la economía productiva. Por eso me chocó la pregunta, peinando ya canas el hijo.

Debí decir algo así como "no, papá, eso no es Ecología. Será en todo caso gestión de residuos, y puede que lo enseñe algún departamento de químicos".

Si el padre de un ecólogo de treinta y tantos (entonces) está en esa longitud de onda, que la media de la población lo tenga claro parece poco probable.

La Ecología es una disciplina de la Biología, o una de las Ciencias Biológicas. Como la Microbiología, o la Fisiología. Pero no creo haber oído hablar de Microbiologismo [1], ni oír en campaña electoral de cualquier pelo que alguien prometa más Fisiología en su gestión. Se diría que hay más confusión alrededor de la raíz "eco", del griego "oikos" (~hogar). En cualquier caso, en algunos aspectos, uno se alegra de vivir estos tiempos en los que la información fluye cada día más libre y más fácil, hacia aquel que quiere acceder a ella. Simplemente visitando Wikipedia podéis encontrar una descripción amplia de la Ecología.

Al igual que otras disciplinas, la Ecología recoge subdisciplinas, especializaciones de los que la practican. Así, podríamos oír hablar de Ecología de Poblaciones: gentes que usan generalmente modelos matemáticos para entender la dinámica de conjuntos de individuos de una misma especie conectados por eventos de reproducción y migración. O Ecología Energética, estudiando como fluye y se distribuye la energía en los sistemas vivos, desde la fotosíntesis a las muelas gordas de un predador. Y por qué por ejemplo éstos son siempre más escasos que sus presas.

O la Ecología Evolutiva, o Espacial, o Marina, o Molecular, etc.

Todas esas subdisciplinas reciben sus etiquetas, sus apellidos, de las técnicas empleadas, del nivel de organización al que apuntan, o incluso del medio en el que se practican. Pero, a pesar del apellido, todas ellas extraen sus conceptos básicos, centrales, de la teoría ecológica vigente, y deben contribuir a mejorarla constantemente. Dícese ciencia.

Insisto, Ecología es ciencia. No existen por tanto las ecologías subjetivas. No hay una ecología teológica, ni atea, ni cultural, ni inculta, ni de derechas, ni de izquierdas. No se cree en la Ecología, como no se cree en la Evolución. En todo caso, sus argumentos se rebaten, actualizan y mejoran siguiendo el método científico. Todo lo demás, charla de bar.

A ver si la política y la gestión del medio ambiente salen del bar (en horario de trabajo y exceptuando "el pincho").

Notas
[1] creo que se confunde frecuentemente Ecología con Ecologismo, se confunde disciplina científica con ideología u opción política. Estudiando Ecología, especialmente en los niveles de organización poblaciones, comunidades etc., hay muchos motivos para simpatizar con el Ecologismo. Pero la relación no está exenta de tensiones.    

2012-08-14

Conservación de ¿la Naturaleza?

Por Mario Quevedo

Es ésta una entrada larga, posiblemente demasiado para este medio, e incluye referencias a las fuentes y lecturas adicionales [1].

Antes de empezar, el contexto: esta entrada va de conservación en espacios protegidos; no trato aquí los entornos poblados, zonas industriales, cultivos intensivos, etc. [2]

Mi propósito es abordar algunas preguntas alrededor de lo esbozado en el título. Sí, preguntas, porque ni la Naturaleza ni las sociedades humanas son simples y, por tanto, rara vez nos podremos acercar a ellas con respuestas directas (sin caer en el populismo). Me doy cuenta de que no corren buenos tiempos para pedir conservación, como no corren buenos tiempos para pedir educación y gasto social. Me doy cuenta también que es pertinente estos días aquello de "a río revuelto ganancia de pescadores". Pues precísamente escribo sobre esto porque no son buenos tiempos. 

¿Qué hay que conservar? 

¿Qué quiere decir el término natural, tan frecuente en las denominaciones de espacios protegidos en España? 

¿Se gestionan los espacios protegidos españoles para conservar naturaleza?

La respuesta a la primera pregunta es la más subjetiva; depende de la toma de posturas éticas y del nivel de información disponible acerca del foco de atención. Intentaré ilustrarlo más abajo.

La respuesta a la segunda admite también cierto nivel de subjetividad, aunque pienso que disciplinas como la Ecología y la Biología de la Conservación, entre otras, aportan mucho más consenso. También me acerco a ello más abajo.

La respuesta a la tercera es, citando a Hannibal Lecter, No, Clarice! Siempre hay alguna excepción, pero por eso reciben ese nombre. 

Conservación de la Naturaleza: es un concepto atractivo, tanto en su versión explícita como en variedades un poco más difusas, o más comerciales [3]. Incluso algunas grandes corporaciones, a priori interesadas en otros asuntos, lo incorporan a sus eslóganes publicitarios; supongo que tras consejo de los correspondientes asesores de imagen. Predicar destrucción de la Naturaleza se diría por tanto impopular. Sólo cargos políticos del uno al otro confín, cantando alegres en alguna proa, se permiten la imprudencia. Bueno, también se la permiten algunos empresarios tipo tarde-o-temprano-voy-al-trullo, ya lo verás.